ARTE JAPONÉS
 
Hokusai: La gran ola de Kanagawa, 1823-1829.
Hokusai, La gran ola de Kanagawa,
1823-1829, grabado, Metropolitan Museum of Art, New York.

 
      Antes de comenzar el recorrido hemos de hablar de la importancia que para este movimiento tuvo el impacto del arte japonés y de los presupuestos que éste traía consigo.
 
En el siglo XVII se comenzaron a coleccionar piezas como abanicos y porcelanas por parte de los aristócratas. En el XIX se prefieren los grabados. Whistler es uno de los primeros en valorarlos y coleccionarlos. En 1868 Japón se abre a Occidente, y éste comienza a conocer los llamados ukiyo-e-hanga, término acuñado por Samuel Bing. Los grabados se exponen por toda Europa y comenzaron a tener gran importancia por las novedades que aportaban. Tuvieron un impacto a nivel de renovación de los sistemas representativos. Los Ukiyo ofrecen una alternativa en la que encuentran una nueva forma de realidad. La pintura que traen consigo una que representa un mundo superficial y fugaz. Como suele pasar con todo lo nuevo, la aceptación por parte de las clases elevadas fue difícil. Fueron los pintores de la década de 1880 los que vieron en estas obras grandes descubrimientos aptos para renovar el arte:
 
  • Se apuesta por la recuperación del dibujo y del trazo a diferencia de lo que ocurría en el Impresionismo.
  • El color se aplica en grandes superficies planas sin matización y sin perder intensidad en la lejanía.
  • Por medio del dibujo se dan las calidades de materia, forma e incluso volumen.
  • Se transmite una visión cósmica a partir de lo mínimo.
  • Se capta el gesto detenido y fijado, coincidiendo con la idea de instantánea.
  • Cobra importancia el dejar sin cubrir.
  • Hay una nueva organización de espacio: se usa la diagonal y la línea de horizonte se coloca bastante alta, así, las figuras se van escalonando.
  • Se usan diferentes puntos de vista, así, las composiciones pueden resultar asimétricas y desdentradas.
  • Se usan encuadres originales.
  • Se prefieren los formatos alargados.
  • Hay un gusto por los detalles.
  • Se transmite una visión edonista de la vida, la misma que reclamaban los impresionistas.
  • Gusto por situaciones insólitas.
  • Se usan las siluetas.
     En definitiva se prescinde de todo convencionalismo anterior. Son novedades que influyen en artistas como Gauguin, Lautrec, Van Gogh e incluso en Matisse.

Escrito por:
Beatriz Aragonés Escobar.
Licenciada en Historia del Arte


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