J.L. David: La Muerte de Marat, 1793.
J.L. David, La Muerte de Marat, 1793, �leo sobre lienzo, 1�65 x 1�28 m, Bruselas, Reales Museos de Bellas Artes.

 
ESPA�OL

J.L.David: detalle de la mano de Marat sosteniendo la carta de Charlotte Corday.      Indudablemente, esta es una obra que representa un paradigma en el �mbito de la pintura hist�rica mundial. David elige la revoluci�n como tema art�stico. La informaci�n que aporta, por su actualidad, puede equipararse a una cr�nica de peri�dico.

     Marat fue un revolucionario cr�tico, que pertenec�a a la Convenci�n como diputado jacobino. Viv�a pobremente, todas sus ganancias las entregaba a las causas solidarias, su casa siempre estaba abierta a los dem�s. Le llamaban "Amigo del pueblo". Marat ten�a una enfermedad de piel que le obligaba a tomar ba�os frecuentes para aliviar sus picores. Una de estas ocasiones fue aprovechada por Charlotte Corday para proceder a su asesinato. Ella pertenec�a a c�rculos girondinos (contrarios a los jacobinos en la Revoluci�n Francesa). Charlotte abus� de la confianza de Marat y mientras se dispon�a a leer la carta, le asesta una pu�alada para dar fin a su vida.

     David no ha elegido el momento de la violencia, sino que prefiere el momento final. Elige un momento sereno para una pintura de silencio que acompa�e a la muerte. As� el tema se convierte en un monumento sagrado. Miguel Ángel: detalle del brazo del Cristo de la Piedad
Marat est� en una postura digna, su brazo recuerda al de la Piedad de Miguel �ngel. J.L.David: detalle del rostro de MaratHay rasgos que evidencian un lenguaje marcadamente cristol�gico. El rostro de Marat no presenta dolor, sino que en su boca incluso se esboza una leve sonrisa, una expresi�n serena, m�s bien de puro placer f�sico y moral de haber sido sacrificado por una buena causa. David hace un intento de sacralizaci�n de lo laico.

     Marat aparece rodeado de los instrumentos que le caracterizan, la tinta y la pluma. Aparecen algunas gotas de sangre. Al lado de su cuerpo muerto hay una caja que ya apuesta por la simplificaci�n y la anulaci�n del detalle excesivo. Prima la simplificaci�n, la desnudez ideol�gica y pol�tica frente a la memoria del pasado. Lo �nico ornamental es la palabra del amigo A Marat. David. A�o II.

     El pathos rom�ntico gana la partida al clasicismo. Por la gran cantidad de significados universales que aporta, esta obra es un gran hito de la pintura pol�tica.

Escrito por:
Beatriz Aragon�s Escobar.
Licenciada en Historia del Arte